Cinemanía
ESTABA ENTRE NOSOTROS
Los actores que nunca serán sex symbols (ni recibirán jamás una nominación al Oscar) también ocupan su espacio en el ecosistema del cine. Tomemos, sin ir más lejos, el caso de Donald Sutherland (1935-2024): desde sus primeros trabajos hasta su muerte el 20 de junio, quedó claro que, con esa cara y con esos ojos, el canadiense no tenía hechuras de galán (aunque con matices: revisen Klute y pregúntenle a Jane Fonda). Pero sin ellos nos habríamos quedado huérfanos del cirujano militar de MASH, del tanquista demente de Los violentos de Kelly, del Casanova de Fellini y de ese presidente Snow (Los juegos del hambre) con el que tan bien se lo pasó y que le dio ocasión de entrevistarse con esa alevín llamada Jennifer Lawrence. Sumando Amenaza en la sombra, Ciudadano X, Desmadre a la americana o Gente corriente (entre otras) a semejante rosario de títulos, tendremos una idea de por qué nos hacía falta ese rostro desorbitado, entre lo demasiado humano y lo alienígena: alguien tenía que mirar a la cámara y, como él en La invasión de los ultracuerpos, aullar señalando a los verdaderos monstruos. Seguir leyendo
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